De Riesgo a Resiliencia: Fortaleciendo la Reducción del Riesgo de Desastres para Todas las Personas
Por Jonathan Alexander, Asistente de Investigación, Dirección de Reducción del Riesgo de Desastres, Turismo Sostenible, Mar Caribe y Medio Ambiente en la región.
La región del Caribe y América Latina sigue siendo una de las más vulnerables a desastres a nivel global, con casi 190 millones de personas afectadas por 1,534 desastres entre 2000 y 2022. 1 El cambio climático está impulsando eventos meteorológicos más frecuentes y severos, lo que dificulta la recuperación de los países antes de que ocurra el siguiente desastre. 2 Esta situación se agrava por desafíos como la seguridad alimentaria, que empeora cuando los desastres interrumpen la producción agrícola y las cadenas de suministro, afectando aún más a las poblaciones vulnerables.
La COVID-19 expuso la fragilidad de la región, paralizando economías, deteniendo el desarrollo y causando desplazamientos generalizados. La creciente frecuencia de estos eventos significa que debemos no solo gestionar los riesgos existentes, sino también prepararnos para los nuevos. Sin preparación, incluso los desastres menos severos pueden tener impactos catastróficos. La clave para construir resiliencia radica en los sistemas de alerta temprana, que pueden mitigar en gran medida los impactos de los desastres al facilitar una respuesta rápida y proporcionar información crucial a las comunidades vulnerables.
Sin embargo, para que estos sistemas de alerta temprana sean efectivos, deben ser inclusivos. Los desastres no discriminan, pero sus impactos se sienten desproporcionadamente en los grupos vulnerables, especialmente aquellos que ya luchan con problemas como la inseguridad alimentaria. Las estrategias de reducción del riesgo de desastres deben adaptarse para reflejar las diversas necesidades de la sociedad pluralista del Caribe, asegurando que nadie se quede atrás.
En el corazón de los sistemas de alerta temprana está la comunicación, y en nuestra región diversa, esto significa abordar las barreras lingüísticas. Por ejemplo, en Trinidad y Tobago, hay más de 44,000 refugiados y migrantes venezolanos, muchos de los cuales pueden no tener un buen dominio del inglés.3 En tiempos de desastre, esta brecha lingüística podría impedirles acceder a información vital, como rutas de evacuación, servicios de emergencia y protocolos de seguridad. Aunque algunos pueden haber aprendido inglés, es crucial reconocer que las barreras idiomáticas siguen existiendo y pueden aumentar la vulnerabilidad. Para crear una región verdaderamente resiliente, la comunicación en caso de desastre debe ser multilingüe, no solo en Trinidad y Tobago, sino en todos los países con poblaciones migrantes significativas. Solo así podemos asegurar que los esfuerzos de preparación y respuesta ante desastres lleguen a todos.
La inclusión también significa garantizar que las personas con discapacidades no se queden atrás durante los esfuerzos de preparación y respuesta ante desastres. A nivel global, hemos visto cómo los desastres afectan desproporcionadamente a las personas con discapacidades; la tasa de mortalidad entre ellos durante el Gran Terremoto de Japón Oriental en 2011 fue el doble que la de la población general. 4 En el Caribe, los desafíos de accesibilidad pueden dejar a las personas con discapacidades de movilidad particularmente vulnerables, ya sea por la falta de rampas y refugios accesibles o por superficies irregulares que dificultan la evacuación. De manera similar, quienes tienen discapacidades sensoriales pueden perder advertencias críticas. Las estrategias de reducción del riesgo de desastres que incluyen provisiones para estos grupos no solo son éticas, sino necesarias. Al abordar estas brechas, podemos crear comunidades más resilientes y salvar vidas.
La seguridad alimentaria, definida como el estado en el que todas las personas tienen acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos en todo momento, es un aspecto crítico pero a menudo descuidado de la reducción del riesgo de desastres. Cuando ocurren desastres, causan estragos en la agricultura, interrumpiendo las cadenas de suministro de alimentos y dejando a las poblaciones vulnerables en riesgo de hambre, tanto de manera inmediata como a largo plazo. Esto es especialmente alarmante en las áreas rurales, donde muchos dependen de la agricultura para su sustento. Si no priorizamos la seguridad alimentaria en nuestras estrategias de desastre, corremos el riesgo de escalar la situación en un hambre generalizada y una inestabilidad social. Proteger la agricultura y asegurar una rápida recuperación tras los desastres no es solo una opción: es esencial para asegurar el suministro de alimentos de la región y prevenir un mayor caos.
Los niños y jóvenes son particularmente vulnerables durante y después de los desastres, con alrededor de mil millones de niños a nivel global en riesgo debido a los impactos climáticos. 5 Sin embargo, no son solo víctimas pasivas. Los jóvenes son clave para construir la resiliencia futura. Involucrar a los jóvenes en la reducción del riesgo de desastres nos permite aprovechar sus perspectivas frescas e ideas innovadoras, haciendo que las estrategias de preparación y respuesta sean más efectivas. Involucrar a los jóvenes fortalece su propia protección y fomenta una cultura de resiliencia que beneficiará a las generaciones futuras.
Frente al creciente riesgo de desastres, es imperativo que la región adopte estrategias de reducción del riesgo de desastres inclusivas y comprensivas que protejan a todas las personas, independientemente del idioma, la capacidad o la edad. Abordar la seguridad alimentaria como parte de la resiliencia ante desastres es crucial para reducir los impactos a largo plazo en las comunidades vulnerables. Asegurar que la comunicación en caso de desastre llegue a todos, que las personas con discapacidades reciban apoyo y que los jóvenes estén activamente involucrados mejorará nuestra resiliencia colectiva y conducirá a respuestas ante desastres más efectivas. Esta no es solo una estrategia para hoy, sino para el futuro del Gran Caribe.
1 Overview of disasters in Latin America and the Caribbean 2000-2022 | UNDRR
2 Multi-Hazard Early Warning Systems’ capacities in the Caribbean Region | UNDRR
4 Multi-Hazard Early Warning Systems’ capacities in the Caribbean Region | UNDRR