La desigualdad y su impacto en la resiliencia de las sociedades

La desigualdad y su impacto en la resiliencia  de las sociedades

 

Todos estamos familiarizados con el proverbio “Dale un pescado a un hombre y lo alimentarás por un día, enséñale a pescar y lo alimentarás toda la vida”.  A pesar que se desconoce el origen de este dicho, se le atribuye generalmente  a Mosheh ben Maimo, mejor conocido como Maimonides, uno de los eruditos más prolíficos de la Edad Media.  El contexto en el que analizamos este dicho es en relación a la  igualdad, y por extensión, a la autodeterminación, y cómo se aplica a la vulnerabilidad o a su otra cara, la resiliencia a los efectos, a los efectos de los desastres naturales en la región de Latino América y del Caribe.

 

Investigaciones han demostrado que las experiencias relacionadas con los desastres se caracterizan por los mismos problemas de estratificación y desigualdad que influyen en la vida de las personas durante períodos en los que no ocurren desastres.  Se reconoce que los desastres surgen como resultado de la confluencia de los agentes de desastre, entornos construidos vulnerables y población vulnerable.   La vulnerabilidad como concepto ha sufrido diversas evoluciones dentro del discurso formal de desastre que lleva a reconocer sus aspectos sociales.  Más importante aún, pasando por lo puramente físico hacia los ámbitos social y político, se sostiene ampliamente que en parte, la vulnerabilidad se produce socialmente, o influenciada, lo cual refleja las fallas en los procesos de desarrollo, incrementando el riesgo entre ciertos grupos.  El marco de la causalidad social para evaluar el impacto muestra la  perspectiva de las crisis que se acumulan y se repiten, mermando los intentos de las personas para acumular recursos y volverse más resilientes.  Algunos grupos pueden regresar a su situación previa al desastre, aunque con alguna dificultad, mientras que otros grupos nunca se recuperan.

 

El enfoque multidisciplinario hacia los riesgos tiene como objeto explorar la vulnerabilidad ante desastres como una función tanto del espacio físico como de las condiciones sociales a las que están expuestos algunos grupos sociales, ante la posibilidad de un daño mayor cuando ocurre un desastre, y que también limitan sus  posibilidades de hacerle frente.  Por lo tanto, es importante identificar y analizar los factores que hacen diferentes a las unidades sociales más resilientes, lo que las hace capaces de evitar o resistir el impacto de un peligro y que se recuperen rápidamente de lo que han experimentado.

Es en este contexto en el que buscamos examinar la desigualdad.  En general, la desigualdad se define como una situación en la cual algunas personas tienen más derechos o mejores oportunidades que otras.  Nosotros vamos más allá al referirnos a las relaciones de poder dentro de la comunidad que tratan de incluir o excluir a ciertos actores. Examinamos el contexto de la experiencia de Latinoamérica y el Caribe, en donde existe una significativa disparidad de ingresos entre diferentes grupos, estructuras sociales pobres con respecto a la vida familiar y alta tasa de migración rural-urbana y los consiguientes efectos nocivos en ellos.

Disparidad de ingresos

Mucho se ha dicho acerca del problema de la desigualdad en la región de Latinoamérica y el Caribe.  De hecho, mientras que la desigualdad en la distribución de los ingresos es un fenómeno generalizado en todo el mundo, nuestra región posee el poco envidiable título de ser la más desigual.  Utilizamos algunas estadísticas aquí para ilustrar este punto.  Aproximadamente uno de cada tres habitantes de la región es pobre, lo que significa que no cuentan con los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas; mientras que uno de cada ocho, aunque gasten todos sus ingresos, no son capaces de satisfacer los requerimientos nutricionales básicos.  En el contexto de estas cifras alarmantes, debemos reconocer que cuando analizamos las subregiones, también existe disparidad en la desigualdad del nivel de ingresos.  Los índices de pobreza en los países de Centroamérica son superados solamente por Haití; el 70% de las personas en los dos países más pobres de la región, Haití y Honduras, viven en la pobreza; mientras que en dos de los países más ricos, Barbados y Chile, solo el 12% viven en la pobreza.  Países grandes como Brasil y México que cuentan con un ingreso medio-alto, registran índices de pobreza ligeramente por debajo del promedio de la región, sin duda una consecuencia de sus grandes poblaciones; la mitad de los pobres de la región viven entre estos dos países. Aunque frecuentemente la vulnerabilidad se ha asociado con la pobreza, también puede considerarse por separado.  Al reconocer que la pobreza es un estado dinámico, más aún ante las secuelas de un desastre natural, también debemos aceptar en nuestras evaluaciones, que la vulnerabilidad y pobreza se entrelazan.

Género y estructura familiar

El género es un factor significativo de vulnerabilidad y está intrínsecamente relacionado con otros factores asociados con el bienestar socioeconómico.  Las mujeres han sido altamente marginadas en la región, siendo más propensas que los hombres a estar desempleadas.  No podemos referirnos al género sin mencionar el incremento de los hogares encabezados por mujeres, y por extensión su relación con la pobreza.  Las familias matrifocales, formadas por una madre soltera y sus hijos, están representadas desproporcionadamente en la región.  En promedio, el 35% de los hogares en el Caribe están encabezados por mujeres, con una proporción tan alta del 44% en Barbados y 42% en Antigua y Barbuda.  En estos hogares,  el número promedio de hijos dependientes de la madre es entre tres y cinco.  Sorprendentemente, la proporción de estas familias va en aumento a medida que se incrementa la cantidad de niños nacidos fuera del  matrimonio en Latinoamérica (55-74%).  Indiscutiblemente, esto tiene un impacto en los aspectos relacionados con la vulnerabilidad, ya que este tipo de hogares constituyen el mayor porcentaje dentro del sector más pobre.

Urbanización

Muchos de los países de Latinoamérica y del Caribe han experimentado un rápido proceso de urbanización y migración interna rural urbana con muy poca regulación y escasez de servicios sociales para brindar apoyo a la creciente población.  La migración de hogares pobres hacia áreas urbanas ha ocasionado la adquisición de viviendas en áreas que se caracterizan por no contar con infraestructura pública, física y social, viviendas inseguras y sobrepoblación.  Estos factores crean un terreno fértil para un desastre, así como el impacto de catástrofes naturales trae repercusiones desproporcionadas en estos asentamientos informales.  La situación lamentable en la región es que cada vez resulta más difícil regular las comunidades no planificadas, debido a las relaciones políticas y de poder concomitantes entre ellos y aquellos que les brindan apoyo externo.

 

Conclusión

El contexto en el que la desigualdad y la vulnerabilidad de las personas o comunidades marginadas es evidente, sugiere que se necesita de  un enfoque de múltiples aristas para reducir el riesgo de desastres y la pobreza, si queremos reducir el impacto general de un suceso.  Debemos prestar atención a  la mejora del  bienestar económico y social de las comunidades si queremos reducir la susceptibilidad de los hogares pobres hacia los desastres. La estrategia de desarrollo económico y el ordenamiento territorial, así como las estrategias para la gestión del riesgo deben tomar en cuenta  a las necesidades de los pobres que viven en áreas peligrosas. El cambio político que se necesita en el enfoque de la gestión de desastres requiere que la mejora de la capacidad de una persona para responder y hacer frente a un desastre esté a la par del proceso de fomentar el desarrollo económico.

En el cambio de enfoque de respuesta ante desastres al de reducción de riesgos ante desastres, debe prevalecer una postura, la de que todos los desastres ocurren a nivel local.  Al reconocer la necesidad de una gestión eficaz, el fracaso de la estrategia de manejo tradicional de arriba hacia abajo se hace más evidente.  Históricamente, este enfoque no ha tenido éxito en atender las necesidades de las comunidades consideradas vulnerables.  Se debe reconocer que ante la recurrencia de muchos pequeños eventos,  enfrentamos una gran tragedia nacional, las comunidades son los mejores jueces de sus propias vulnerabilidades y están en la capacidad de tomar mejores decisiones acerca de su propio bienestar.  Obviamente esto implica una nueva estrategia que involucre a las personas identificadas como marginadas, en la planificación e implementación de medidas mitigantes.

 La estratificación social constituye el medio por el cual el privilegio del poder y el acceso a recursos están distribuidos en la sociedad.  Por lo tanto, para  entender la desigualdad social y sus efectos, es importante entender el impacto de los desastres en las sociedades y por extensión el mecanismo para el desarrollo de la resiliencia comunitaria.  Las investigaciones acerca de los efectos de los desastres a nivel mundial demuestran que las comunidades resienten el enfoque tradicional de los funcionarios de gobierno: uno en que se les ve como áreas problemáticas y no como aliados que pueden contribuir a desarrollar resiliencia y a responder y recuperarse de los desastres.  Las estrategias de reducción de riesgos deben enfocarse en reducir la vulnerabilidad económica al mismo tiempo que se busca aprovechar las capacidades sociales de las comunidades marginales.

Aunque sean vulnerables, no debemos cometer el error de ignorar la realidad de que las comunidades marginales también pueden ser resilientes. La responsabilidad recae entonces en aquellos de nosotros en el escenario de reducción del riesgo de desastres para alentar a las naciones a  proporcionar formas de apoyo adecuadas que puedan transformar a los grupos en riesgo de ser víctimas potenciales en agentes activos en el proceso de reducción del riesgo de desastres.

George Nicholson es el Director de Transporte y Reducción del Riesgo de Desastres.  Cualquier consulta o comentario debe enviarse a [email protected].